Óliver de Jesús Juárez Ramírez

Un día, después de nueve días seguidos destilando, Luis, agotado por el trabajo, le pidió a Oliver que lo ayudara con el último lote. Pero había una condición: debía hacerse esa misma tarde o el tepache se echaría a perder. Oliver tenía una fiesta en un pueblo cercano y, a pesar de la urgencia, decidió irse a divertirse primero. Lo que no sabía era que esa decisión lo llevaría a vivir una noche inolvidable.

Regresó alrededor de las 2 de la madrugada, encendió el fuego bajo la primera olla y, por puro cansancio, se quedó dormido. Al despertar, se dio cuenta de que el fuego se había apagado y solo había logrado destilar una pequeña cantidad.

Temiendo el enojo de su familia, encendió rápidamente el fuego y comenzó de nuevo. Para su sorpresa, el mezcal que produjo fue excepcional.

Su padre y su hermano quedaron impresionados, y ese momento encendió en Oliver una pasión profunda por la elaboración del mezcal que lo acompañaría durante años.

En los últimos seis años ha perfeccionado su receta, recibiendo excelentes críticas por sus mezcales elaborados con agaves locales como Jabalí, Tepextate, Tobasiche y Mexicano, todos únicos de San Agustín Amatengo. Su amor por la agricultura y la ganadería va de la mano con su pasión por el mezcal, y espera poder compartir esa pasión con quienes estén dispuestos a aprender y respetar las tradiciones profundamente arraigadas en su cultura.

Sueña con terminar sus estudios universitarios y adentrarse en la ciencia de la destilación, los agaves y la tierra que los alimenta.